miércoles, 21 de diciembre de 2011

Derroche de amor y felicidad para todos!


Pues sí, en un par de pares de horas cogeremos nuestro primer par de vuelos (PHN-BKK-AMS-MAD) para llegar en un par de pares de pares de horas a Madrid y, después de otro par de horas, a Sevilla vía AVE.

Estamos deseando llegar y participar del derroche de amor y felicidad típico de estos días, amén de comilonas, bebilonas y confraternizaciones varias.

Es Navidad y, como el año pasado creo que ya recurrí al "vuelve a casa, vuelve", os dejo el primer anuncio anticrisis que me gustó y el anuncio de chorizo más sentío de los últimos siglos.




Ahí queda. Feliz Navidad y todo lo mejor para 2012, que seguro que es un año de más bienvenidas!

Abrazos,



pd. Y feliz primera navidad a los recién llegados 2011! Mateo, Marcos, Matías, Mercedes, Telmo y Oliver!

viernes, 9 de diciembre de 2011

Apuntes de una cumbre internacional

Hace un par de semanas estuvimos encerrados en el Palacio de la Paz, monstruosa mole construida para mayor gloria del primer ministro y todo su séquito.

Se estrenó a mediados de mes con motivo de un encuentro entre el gobierno y el sector privado en el que lo único de que se habló fue de la importancia del arroz en la economía local y como mejorar los cultivos (canalización de agua y red eléctrica) y sacar más rendimiento. 

De aquella ocasión recuerdo los comentarios jocosos del primer ministro al estilo Berlusconi sobre el tinte de algunos de sus ministros. Parece que hace un par de años surgieron las críticas al Gobierno por la elevada edad de algunos ministros (creo que no hay ninguno por debajo de los 60 años) y sus años en el cargo; desde entonces, por obra y gracia del Just for Men, cada año hay más ministros teñidos. No se han planteado una renovación, claro! Sólo uno de los 27 ministros luce con orgullo sus canas.


Sin embargo la semana pasada fue algo más serio. Se celebraba un encuentro internacional de los 158 países miembros de la Convención de Ottawa para la prohibición de las minas, a los que se sumaban las delegaciones de los países no miembros, observadores, sociedad civil y varios invitados. En total unas 1.000 personas llegadas desde todo el mundo para discutir sobre avances en la limpieza y erradicación de minas, asistencia a las víctimas y destrucción de arsenales.

Fue muy interesante asistir a las sesiones plenarias, espero poder encontrar el momento para escribir sobre esto para El País, pero para que tengáis una idea de los resultados os dejo el link a la página de la ICBL que está bastante completo.

Mientras me dedico al comentario simple y anecdótico:

- Llegar hasta el sitio en cuestión es ya una aventura, a no ser que tengas el autobús en la puerta del hotel y te escolte la policía. Yo me acerqué en moto, aunque el tipo que me llevaba se asustaba al ver policía de todos los colores: nacional, militar y de tráfico, sin contar la de gala que llevaban los autobuses y coches de las delegaciones oficiales.
- El Palacio de la Paz es un edificio descomunal y monstruoso. Según el propio primer ministro es para poder celebrar este tipo de encuentros sin tener que estar alquilando y reservando hoteles (sic.). Los pasillos son casi de tres metros de ancho, los techos de 20 metros de altura, hay dos entreplantas técnicas para oficinas de la organización, traductores y copistería... De lo que conozco, hay dos salas enormes de plenario (200x100), hay otras diez salas más pequeñas para actividades paralelas (70x50), con sus respectivos halls de entrada para el registro y las pausas para el café.
- La decoración camboyana no es necesariamente sinónimo de kitsch, por mucho que se me empeñen. Hay pesadas lámparas de cristal, absurdas mesas de apoyo barrocas que quedan ridículas ante tales dimensiones y además no sirven para nada. A esto le sumamos moquetas, cortinajes, mármoles, esculturas jemeres... y tenemos el edificio más hortero, seguramente, de todo el Sudeste Asiático. Pero la palma se la llevan los ascensores enmoquetados de rojo, con barras doradas y motivos vegetales en el interior. Eso sí, la puerta se cierra enseguida.
- Una vez registrado, con foto y código de barras colgado al cuello, ya puedes pasearte por las instalaciones. El cordón cambia de color para que todos sepamos con quien estamos hablando.. En este caso, rojo para los jefes de delegación (que tienen entrada vip y coche en la puerta), azul para el común de los mortales y plateado para técnicos, asistentes y protocolo.

- Antes de empezar, te haces con la documentación que se van a discutir. Apiladas por lenguas (inglés, francés, español, ruso y chino), puedes cargar hasta con casi kilo y medio el primer día. 

- Después pillas una botellita de agua que esperas que aguante cuatro horas. Eso sí, cuidadosamente te la dan sin precinto para evitar el molesto ruido del plástico durante la sesión.

- Las sesiones empiezan más o menos puntuales, después del pavoneo habitual para ese falso saludo "holaquetalcomoestásteveoluego" que no deja ni lugar a la réplica y que no tiene más objetivo que dejar claro que nos hemos visto, sabemos quienes somos y estamos aquí.


- Todos los discursos, todos, empiezan por la enhorabuena al chairman que preside la sesión por su elección y deseos de éxito del encuentro, seguido por un agradecimiento al gobierno del país de acogida por el recibimiento y la hospitalidad. Una vez vale, dos bueno.. pero 158 veces, como mínimo, cansa.

- Con las intervenciones, empieza lo interesante... o no. A veces no son más que declaraciones remitidas desde los propios gobiernos que poco o nada aportan y aburren al personal. 

- Así que en paralelo a los aburridos discursos oficiales hay todo un ir y venir de delegados que van comentando las jugadas. Que si tal embajador saca a nosequien, que si el viceministro está comentando con nosecuantos, que el de la ONG patatin ha ido a abroncar a nosequedelegación.. en fin, movimientos de ajedrez durante todo el rato. Ah, y el típico (o típica) trepa que se pasea por todas las delegaciones presentándose, pidiendo tarjetas de visita y mostrando interés por el país de turno. Este año la estrella debe haber sido el delegado de Burma/Myanmar, que participaba por primera vez y todos querían charlar con él y sacar algo de la visita simultánea de Clinton.

- La distribución es curiosa... países miembros en el centro, no miembros y observadores a la izquierda y organismos multilaterales y sociedad civil a la derecha. También te encuentras a las delegaciones de Estados Unidos y Vietnam al lado, aunque no se hablen. El contraste geográfico más curioso era el de los representantes de Mongolia y los Estados Unidos de Micronesia; no podía dejar de imaginarme a uno abrigado hasta los dientes montado a caballo y al otro debajo de una palmera en una isla paradisíaca.

- Las señoritas de traducción (son mayoría!) hacen también un trabajo tremendo... A veces no se enteran de nada, pero tienen que seguir el hilo! Y otras veces, sobre todo el último día cuando hay que ir cerrando la agenda y los discursos se aceleran, tienen que hacer unas traducciones rapidísimas. Creo que fue la delegada de Noruega la que agradeció a las traductoras su trabajo y ellas, a través de los auriculares, lo apreciaron.
 - Si no te has enterado de lo que contaban, como se quejaba un africano del acento en inglés de un asiático, siempre puedes solicitar a la gente de la organización que te lo pasen por escrito. Así, como todo queda por escrito, hay mucho que se dedica a acumular papeles, llevarlos a la oficina y pedirles a sus asistentes que preparen el informe.. sin haber pisado el plenario! También, si pierdes algo... te lo enfocan en los intermedios hasta que lo recuperes!




 - A la hora de salir siempre hay atascos de coches oficiales y autobuses. Me recuerda a la salida del teatro que retrata Shaw en Pigmalión... La gente se arremolina en las escaleras esperando localizar a su chófer o se deja ver hasta que le traen el coche a pie de escalera... Hay para todos! Yo salía y me buscaba una moto que me devolviera a casa los días que iba solo.
 - Hay que tener cuidado con quien hablas. Me encontré en el ascensor con un tipo africano muy simpático con una banderita en la solapa que luego he podido comprobar que corresponde a Uganda. Hablábamos del tiempo, de las intervenciones, de que ya estaba acabando.. El tipo me dijo "que bien, el domingo estaré de vuelta a África" (en serio, pero África no es un país!), el caso es que simpatizamos y nos despedimos con un apretón de manos a pie de escalera. Cinco minutos después, empotrado en una moto camino de casa, me lo cruzo en coche escoltado y me saluda sonriente por la ventana!  Resultó ser un viceministro de Uganda sin gabinete.. vamos, sin desmerecer, lo que alguno diría un "concejal de Cuenca", pero con coche y escolta!
 - La semana pasada nos tocó otra de Defensa y Seguridad marítima, rodeados de militares y gente de seguridad de los países de la región. No pude evitar fotografiar la sede de Birmania con sus apuntes, su gorra de uniforme y su... estuche de lápices de Hello Kitty??
 - En esta ocasión, además, hubo que saludar al presidente de la mesa con foto incluida durante la entrega de los souvenirs correspondientes. Es necesario cerrar una reunión regalando bandejas de plata con los templos de Angkor? Horror.


En fin, que después de tanto discurso, papeles, notas, traducciones, informes y apretones de manos llego a la misma conclusión: cuanto dinero estamos derrochando en reuniones internacionales (de alto nivel o de mindundis, me da lo mismo) que tienen un coste altísimo y unos resultados justitos, si no negativos (Canadá fuera de la Conferencia del Clima después de Durban, por ejemplo).


Pues eso, más skype y menos turismo a costa de los programas de cooperación, por favor.




ps. Acabo de darme cuenta de que el borrador de esto se publicó el viernes! Glups! Vaya, pondré más atención para no hacer declaraciones a micrófono abierto!