martes, 25 de enero de 2011

Fiesta, casa y pelotas

Phnom Pehn es pequeño.. bueno, como todo, será suficientemente grande para el millón y pico de almas que vive aquí, pero como nos movemos por los mismos sitios estamos ya habituados al "ey, que tal?" o "mira quien va por allí con la moto"... Conclusión: esto es un pueblo.

El viernes estuvimos en la recepción del embajador (en misión especial, así que no nos vale para mucho...), y conocimos al resto de la colonia española. La mayoría ya está fichada, pero aún hay recién llegados que animan el cotarro. Hubo picoteo, vino y cerveza, además de conversaciones (animadas o no, dependiendo del partenaire). Éramos pocos, así que no pusimos en práctica el "Ey, que tal como te va? Perdona, voy a saludar a fulanito, ahora te veo..." que se estilaba por Guate.

Lo pasamos bien, diría que mejor de lo esperado... lo que se suponía una recepción informal de un par de horas se convirtió en una barra libre hasta cerca de las 2 de la mañana, algo complicado en este país. Más allá de interesantes conversaciones, anécdotas y los filetes empanados del catering, lo mejor fueron las caras de los camareros al ver a dos mujeres bailar salsa juntas, ver cómo alguna inspirada hacía saltitos de ballet o cómo llegaba uno y se servía una copita de vino sin esperar a que se la sirvieran. Eso sí, se debieron quedar de piedra al ver cómo alguno de los invitados salía rodando escaleras abajo para despedirse alegremente del respetable. Acabamos la noche en un club de chunda chunda con humo y láser en el que entramos sólo por cambiar un billete de 20 para el tuk de vuelta a casa...

A esas noches de fiesta siguen días tranquilos en casa, irremediablemente... aunque acabamos el sábado en una barbacoa, comentando las jugadas del día anterior y compartiendo escasamente las ricas viandas que todos hemos traído de las Españas.

El domingo despedimos el fin de semana con un partidillo de baloncesto para quemar los excesos de todo el finde. Hora y pico de baloncesto para intentar dejar atrás cervezas, vinos, gintonics, filetes, dulces refinados, salchichas, tortillas, mojo canario, jamón, choricillos y otras exquisiteces. Resultados, aún hoy martes sentimos las agujetas en piernas y espaldas, por más que nos empeñemos en estirar. La edad va pasando factura!



El funcionamiento es fácil: te presentas a eso de las cuatro y pico en el campo de baloncesto de la universidad, y ahí te encuentras con unos chavales que se pasan ahí el día y que juegan estupendamente. Lástima que nosotros, hijos de una selección de basket que fue campeona del mundo, no tenemos esa misma destreza para colar el balón por el aro. Isa, con un pasado glorioso como base, metió alguna que otra y, por lo menos, sabía las reglas. Servidor, con voluntad pero sin acierto, me limité a pasar un par de rebotes y tratar de correr de un lado a otro para sudar algo y que se notara el esfuerzo!


Fue un domingo diferente.

Abrazos,


viernes, 21 de enero de 2011

Comprar, tirar, acumular, ordenar, tirar, comprar, encasquetar...

Hace mucho que me habéis escuchado hablar de este tema.. de cómo estamos acumulando de forma absurda tantísimas cosas que no necesitamos y que luego tenemos que ordenar, quitar el polvo, encasquetar a algún incauto, dar a "quien pueda necesitarlo" o, simplemente, tirar a la basura.

Me alegró escuchar justo antes de irme que iban a emitir el documental de "Obsolescencia programada" en La 2. Eran nuestros últimos días en España y no hubo tiempo para verlo, comentarlo, criticarlo.. Ayer, después de una semana de regreso, pudimos verlo en rtve a la carta.

Como dice Isa, podemos estar de acuerdo en parte, en nada o absolutamente en todo, pero lo increíble es cómo en los años 20 los fabricantes de bombillas de todo el mundo se pusieron de acuerdo para limitar el uso de las bombillas a 1.500 horas. Con lo que hoy cuesta alcanzar cualquier tipo de acuerdo sobre cualquier tema, ¿no es sorprendente?

Más allá del propio concepto de "obsolescencia programada", que no por ser algo conocido por todos deja de sorprendernos, mi pesadilla es la "diogenización" de nuestras vidas. Personalmente me cuesta mucho tirar las cosas a la basura, así que me paso la vida (al menos estos últimos diez años), revolviendo la porquería que he acumulado en estos treinta años: que si apuntes de COU por aquí, a esa caja; esos vaqueros de talla 46 que ya no me valen, al altillo por si acaso; esa radio-despertador que funciona perfectamente pero tiene fastidiado el sintonizador, a un rincón a esperar el momento de abrirlo y arreglarlo; esos regalos de Guate o India que nunca os entregué, al altillo por si encuentro la ocasión de sacarlo.. Así con mil puñetas.

Todo tiene un límite, y creo que lo rebasé hace cinco años (más o menos). Me di cuenta de toooooda la porquería que acumulaba de forma innecesaria (entiéndase por porquería cosas que pueden tener su valor -incluso regalos estupendos y caros- pero que prácticamente no has usado nunca o no usarás...). De ahí vino mi teoría de "CON UN REGALO BASTA!" para evitar acumular cada Navidad diez puñetitas nuevas, descartar cualquier regalo de cumpleaños, santo o cualquier tipo de detalle. Recuerdo un compañero uruguayo de la oficina que me trajo un estupendo marco de piel porque se había enterado de la boda... Lo miré, se lo agradecí mucho pero le dije que no podía aceptarlo. Me miró extrañado sin parecer entender mi explicación, así que acabé agradeciéndolo con mayor ahínco y con la mejor de mis sonrisas. ¿Donde está ese marco? Seguramente en una de las cajas que vino de Barcelona esperando una foto para colocarse en algún rincón de casa.. ah, casa... pero si no tenemos casa! pues paciencia, ya llegará!

Se que mezclo dos temas: la fabricación de bienes de consumo con fecha de caducidad como si fueran yogures desnatados y la acumulación de puñetitas innecesarias, pero en el fondo es un único tema el que me preocupa: la generación de residuos que está haciendo que nuestro planeta se atragante entre tanta basura tecnológica -electrodomésticos, pantallas, chips, teclados, móviles, cargadores-; tanto vertedero descontrolado que sirve para que niños y mujeres se busquen la vida y tanto material reciclable que acaba siendo eliminado.

Mi campaña de "no regalos, gracia!" me está surtiendo mi efecto... agradezco detalles (libros que algún día colocaré en la estantería de casa -oh, casa!-), pero insisto en que deberíamos plantearnos reducir el consumo, hacer un regalo entre todos en vez de uno cada uno...

Sobre la obsolescencia, dejo aquí el artículo de actuable, que seguro que lo cuentan mejor que yo.
http://info.actuable.es/2011/01/comprar-con-cabeza-no-tirar-si-no-es-necesario-comprar-cada-vez-menos/

¿Que tiene que ver esto con Camboya? Pues que aquí, a pesar de la escasez de recursos, muchos ya se han tragado la absurda película de "consume más, serás más feliz!".

¿Será que podemos vivir con un poquito (o mucho) menos de lo que tenemos? Intentadlo.

Abrazos,


miércoles, 19 de enero de 2011

Jemeres Rojos, o cómo destrozar un país en 4 años

La visita de Jose y Lucía de este fin de semana nos ha servido para retomar una vez más la historia de este país. Cuando llegamos, allá por octubre, sabíamos que había habido un régimen terrible, muy terrible, entre los años 75 y 79.. pero poco a poco vamos aprendiendo más.

Así, a grandes rasgos, tenemos claras algunas ideas demoledoras: se cargaron a un tercio de la población (+-2millones de personas) en tan sólo 4 años; destrozaron el concepto de familia; armaron a críos (como se sigue haciendo aún hoy en África y en tantos otros lugares del planeta); acabaron con los intelectuales (sin ideas, no hay crítica); torturaron y condenaron a trabajos forzados a casi la totalidad del país; y, lo peor, dejaron sembradas minas que todavía hoy siguen aumentando las víctimas de este régimen treinta años después.

Nuestro primer acercamiento fue la película británica "The killing fields", rodada en Tailandia poco después de la caída de los jemeres rojos y centrada en la historia de un corresponsal extranjero y su intérprete camboyano. Son dos horas de tensión y dureza que reflejan cómo tomaron la ciudad y pusieron en marcha su nuevo régimen.

Después de la película, seguimos recibiendo información aislada de cómo fue el conflicto, de cómo se vivió y, sobre todo, de cuáles están siendo sus consecuencias. Todavía cuesta tratar de este tema, se cargaron a una generación entera y es difícil escuchar hablar de las barbaridades que se cometieron.

Quizás por eso, al ser incapaces de narrar su propia historia, hay iniciativas como el museo del genocidio de Tuol Sleng (a seis manzanas de casa), donde se calcula que murieron unas 12.000 personas, y se pueden ver fotos de los torturados, las celdas de cada interno, herramientas de tortura, restos de sangre por el suelo o la normativa del régimen; o los campos de muertos que se visitan a unos 15 kilómetros al sur de la capital. Jose y Lucía nos contaban cómo hay una enorme columna hecha con más de 8.000 cráneos humanos, distinguidos por edad y sexo que, según dicen, trata de rendir homenaje y mostrar respeto por los dos millones de personas que fueron víctimas del movimiento encabezado por Pol Pot.

Cuando nos preguntáis sobre la historia de este país (complicada), tratamos de resumirlo diciendo que hubo cinco años de guerra civil antes de la llegada de los jemeres, luego llegaron los vietnamitas y después la ONU. Pero poco a poco vamos teniendo más pistas y aquí os dejamos algunas para quien quiera seguir investigando sobre el tema:

- Reseña histórica de TRIAL, asociación suiza contra la impunidad (extracto de su web):

El 17 de abril de 1975, las tropas de Pol Pol entraron a Phnom Penh. Su proclamación de “Año Cero” dio comienzo a una era de terror y horror.

Los Jemeres ultra-maoístas intentaron establecer una sociedad agraria, libre de clases, que llevaría al país de regreso la Edad de Piedra. En una sola semana, 2.5 millones de habitantes de Phnom Penh fueron forzados a ir al campo. Ciudadanos, maestros, abogados, monjes o doctores eran ahora “nuevas personas”. Los Jemeres se apegaron sin piedad al lema “Si vives, no se gana nada; si mueres, no se pierde nada”.  El simple hecho de parecer intelectual por utilizar anteojos era razón suficiente para ser condenado a muerte.  Un número desconocido de personas fueron hechas esclavos, ejecutadas arbitrariamente o murieron de hambre, agotamiento o enfermedades en los campos de trabajo.  Los niños eran separados de sus familias. 

En un lapso de cuatro años, el genocidio de los Jemeres Rojos acabó con 2 millones de personas, casi una cuarta parte de la población de Camboya en ese momento, en los “campos de la muerte”.
En 1979, la invasión de Vietnam puso fin al terror. Pol Pot y sus seguidores huyeron, refugiándose en la jungla donde fueron cínicamente apoyados por China y el occidente en su lucha contra la ocupación comunista vietnamita. Después de diez años de ocupación y el establecimiento de su régimen, las fuerzas armadas de Vietnam se retiraron de Camboya.  Sin embargo, el gobierno de los Jemeres Rojos en exilio continuó representando a Camboya ante las Naciones Unidas hasta 1992!

- Entrevista a Denise Affonço: "Pol Pot no era un loco, sabíamos que no íbamos a sobrevivir". Denise vio morir a su familia en uno de esos campos de la muerta y escribió hace cinco años: "El infierno de los Jemeres Rojos".

- Web de Laura Villadiego, a la que seguiré de cerca, donde cuenta en varias entradas claves sobre los juicios en marcha, la condena impuesta al responsable del centro de torturas de Tuol Sleng (Kaing Geuk Eav, alias "Duch") y, hoy, sobre los dos juicios a Pol Pot, que murió en la selva sin saldar sus cuentas con el país que destrozó.

Para juzgar estos crímenes, en 2001 se creó un tribunal especial promovido por el gobierno del país y Naciones Unidas que teóricamente debía mantener su independencia, pero que se ve continuamente influido por las decisiones del gobierno de Hun Sen. Durante la visita de Ban Ki Moon, el pasado mes de octubre, Sen confirmó que no se celebraría un tercer juicio y que la misión de este tribunal especial concluiría con el caso 02, que se juzgará este año.

- Editorial del El País días después de la sentencia (31 julio 2010)

Es mucha información para una única entrada, pero queda aquí recogido para quien quiera tener alguna pista más de lo que pasó en Camboya entre 1975 y 1979.

lunes, 17 de enero de 2011

De vuelta, día 4 de la II época

Justo un mes, treinta días han pasado desde que pusiéramos rumbo a casa para celebrar la Navidad... y 4 días llevamos aquí de vuelta.

No es que la vuelta en sí sea dura (de hecho en algún momento nos hemos sorprendido echando de menos algunas cosas de este país) sino el regresar con la sensación de no haber podido hacer más de lo que hemos hecho, de no haber aprovechado más las comidas de familia, los ratos con los amigos o la despensa de casa. Decía aquel que "nada le bastará al que no se conforma con poco", y tengo que reconocer que en esto de la compañía de familia y amigos debo aplicármelo rotundamente. Os hemos disfrutado mucho en estas tres semanas y regresamos con la pila emocional cargada al máximo, pero estos 11.000 km siguen siendo muchos kilómetros.

Estos tres últimos días los hemos pasado reencontrándonos con el país (y de qué manera!). Jose y Lucía se animaron a venir a comprobar parte de las historias que les contábamos y aquí que se han venido. En una mañana hicieron la visita del Palacio Real y la Pagoda de Plata, los campos de exterminio y el museo del genocidio, así que nos hemos visto limitados a mostrarles el Russian Market, el Sorya y el sorprendente ambiente de la noche camboyana.


Gracias a su visita hemos descubierto otras historias de la ciudad que todavía no nos habían sido desveladas. Sin adelantar nada, porque se han comprometido a participar como bloggers invitados en este rincón para contar su versión del asunto, sólo os contaré que lo que iba a ser un divertido concierto de la Phnom Phen Hippie Orchestra en la Chinese House, acabó siendo una noche en tres capítulos: colegas entre copas en el Liquid; gintonics y conversación tranquila interrumpida por las plumas de la flor y nata gay del Blue Chilli; y cervezas decadentes entre los berridos de alguna versión de los Dandy Warhol en el Menphis.. (o eran Arcade Fire?). Resultado: vuelta a casa a eso de las 4 de la mañana, con un agujero en el estómago que sólo pudimos tapar con una última cervecita y pa amb tomaquet con salchichón. Noche de jarana.


Otro de los descubrimientos, al que tendremos que dedicarle más tiempo, es la Koh Dach (Isla de la Seda). A poco más de 10 kilómetros de la ciudad se esconde un trozo de tierra rodeado por las aguas del Mekong donde crecen casas de maderas sobre palos que ofrecen sombra a viejos telares de pedal que trabajan incansables mujeres de sonrisa tosca y dedicación admirable. Si no fuese por los restos de resaca de la noche anterior, nos podíamos haber pasado la mañana viendo como el pasador iba y venía creando líneas de colores a base de hilos de seda fina y mucha paciencia.


Jose y Lucía deben estar perdidos entre las piedras de Angkor, tratando de reconocer fases de videojuegos y escenas de películas inspiradas en esa selva. Espero que encuentren tiempo para escribir y un wifi desde donde mandar la crónica invitada!

Pues en esas estábamos cuando nos cayeron los 31. Gracias por mails y sms, algunos sorprenden por lo temprano del envío y el cariño puesto en sus palabras. Todos son bien recibidos y agradecidos pero el mérito es de Lola, que me parió estupendamente.

Abrazo fuerte a todos desde aquí,




pd. Colaron los 70 kilos de equipaje, menos mal! Conservas, embutido, quesos, legumbres y un par de calcetines para hacernos más llevadera nuestra aventura por estas tierras! ;))