miércoles, 3 de noviembre de 2010

Angkor, o cómo las piedras hablan después de mil y pico años...


Aprovechando el puente de viernes, sábado y domingo, nos escapamos a Angkor, visita obligada en cualquier ruta por el sudeste asiático. El complejo es inmenso, albergó una de las ciudades más pobladas hace mil años... según la lonly, alcanzó el millón de habitantes cuando en Londres no llegaban a 50.000! ups!

Apsaras, mujeres de torso desnudo que amenizan la dureza de la piedra
En la recreación animada que vimos el fin de semana pasado en el museo nacional, se veía cómo vivían entre canales, campos de arroz y palafitos de madera sobre el río... Dicen que la piedra estaba reservada únicamente para la morada de los dioses, así que de la ciudad no se conserva nada de nada, más que los templos y los distribuidores de agua que ingeniaron. Es increíble cómo hace más de mil años lograron controlar el ciclo del agua, no sólo con fines agrícolas.. sino defensivos y ornamentales.
Campos de arroz infinitos...
Escribo rápido y sin inspiración, así que me limitaré a contar a brochazos nuestras impresiones...

Ankor Wat, el principal templo de la zona, se considera el recinto religioso más grande del mundo. Desde pequeño escucho que el cabildo de canónigos que puso en marcha las obras de la Catedral de Sevilla se propuso seriamente: "fagamos una obra tal e tan grande que los que la vieren acabada nos tomen por locos". Bien parece que la locura no entiende de credos y cada particular emprende obras según el encargo de su espíritu.
Vista de Angkor Wat desde el estanque sur
Con sus tres picos, forma parte de los templos-montaña propios de la época y es el único que nunca ha sido abandonado. Hay peleas de grupos organizados por verlo al amanecer/atardecer o desde el Phnom Bakheng... (por suerte, cuando nos despertamos el domingo a las 4 de la mañana vimos que estaba nublado y regresamos a la cama).

Es curioso cómo sobreviven algunas piedras amontonadas sin sentido, esperando ser devueltas a un puzzle imposible o esculturas de buda abandonadas y descabezadas por revoluciones anteriores.




Un puente de nagas -serpientes de la mitología jemer con cinco o siete cabezas- te acompaña hasta el recinto central, donde entre piedras secas, ásperas, enverdecidas o simplemente rotas, logran una extraña atmósfera entre la espiritualidad y el desconcierto.


Subir por esa empinada escalera y encontrarte junto a esos picos sobresaliendo por encima de la jungla supone refugiarte entre lo infinito del horizonte y el silencio de viento fresco que recorre los patios. En el centro, un buda recostado espera inspirar almas y corazones.

Uno de los budas del interior de Ankor Wat

Bayón fue sin duda el que más nos gustó. Alejado de Ankor Wat, a unos diez minutos en tuk, se levanta otro impresionante templo del siglo XII que parece vigilar a los cuatro vientos desde sus numerosas torres. Habíamos visto antes esas caras en la parte alta de algunas puertas o en algún punto aislado, pero es impresionante toparse de frente con más de doscientas caras impasibles, entre sonrientes y enigmáticas.


¿Cuántas sonrisas hay en la imagen?
En nuestro segundo día de visita nos dedicamos al resto de templos más alejados... Basta salirse un poco de la ruta, y te encuentras con cañones y ametralladoras en silencio desde hace unos treinta años... ¿es tan complicado desmantelar arsenales? Podían empezar por las minas antipersonales que aún hay repartidas por esta tierra -cerca de la frontera, no al lado de atracciones turísticas... no os preocupéis!- y que aún mutilan a paisanos que atraviesan el campo tranquilamente. 


Nosotros, que no nos salimos del camino, subimos al Phnom Bok por su escalera de 600 escalones... sudando la gota gorda, pero recompensados por una solitaria visita al los restos del templo y por las vistas de los campos de arroz de los alrededores... Sorprende la absoluta planicie de esta tierra!

 
Creo que Isa tiene unas fotos impresionantes del Ta Prom que aún no ha posteado.. o si? Ya veréis.. ya! cómo es posible que los arbóles crezcan encima de los muros, cómo las raíces buscan el agua de la tierra atravesando templos, cómo las duras piedras ceden a la fuerza de las raíces y acaban dejando paso o perdiendo la compostura...


Nos despedimos inesperadamente en el Preah Khan, templo con cuatro brazos idénticos orientados hacia los puntos cardinales, que rompe su simetría con la sala de las bailarinas y con este curioso edificio de doble planta que recordaba a la antigua Grecia...


Merece la pena la visita, cuesta 40$ la entrada para tres días... pero también podíamos habernos pasado una semana! Hay muchos templos y cada uno de ellos encierra mil historias en sus bajorrelieves que no pudimos apreciar... volveremos con los que pasen por aquí para visitarnos, así que ya nos quitaremos la espinita!

Lo dicho, cero inspiración... pero confío en que las fotos que veáis por aquí y en el quemevoy os hagan buscar billete para participar de esta aventura.

Abrazos,

3 comentarios:

  1. Me encantan tb tus crónicas Alex, sigo fiel a Isa; pero con los dos voy a "conocer" Camboya al dedillo, me lo paso genial cuando conecto, asi que Logroñocity me parece despues......pero más urbanizadito y ordenado!, un abrazo a los dos, Piluca

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  2. Pues a mí me parece que sí que habia algo d einspiración....no seas tan modesto!!!Aquí estoy escaqueandome un poquito de estudiar y evadiendome a tierras extrañas con vosotros!!!
    Un descanso reparador.
    A ver si puede ser que hoy a medio día nos conectemos por skype... Bsitos

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  3. Alejandro, guapo, no tiene nada que ver...pero dime que estás bien. He visto lo de la avalancha y estoy pensando en ti y en Isa...

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